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A un año del inicio de la pandemia, la disrupción inicial se ha convertido en un periodo transformativo. Previo al COVID-19, la digitalización ya era una tendencia que lentamente la industria iba asumiendo; una vez esparcido el virus, se convirtió en necesidad. 

Sea para plataformas de e-commerce o para facilitar el trabajo remoto, la transformación digital ha brindado a los negocios la agilidad necesaria para navegar en este mar de incertidumbre económica. Aquellas que lograron digitalizar con éxito antes o durante este periodo de contingencia, pudieron revertir los efectos de la pandemia y aumentar su productividad.

La resiliencia otorgada por la tecnología es clave para obtener ventajas competitivas a cualquier escala. CIOs (Chief Information Officer) y líderes de TICs tienen el reto de virtualmente rediseñar la operación de las organizaciones; de no hacerlo, el futuro está en juego.

Desafortunadamente, no hay un botón el cual accionar para conectar los procesos al internet; de ser así, todos los negocios habidos y por haber ya estarían digitalizados. La realidad es que es un proceso complejo que, por una razón u otra, muchos fallan. Para una transformación digital segura y eficaz, se necesita prever las posibles áreas de oportunidad. A continuación, abordaremos los obstáculos más comunes que pueden presentarse ante la digitalización: 

El internet ha llegado a los bolsillos y dispositivos de cada empleado y aún así, en muchas industrias las TIC siguen estando en el back office; ven de la tecnología un mero soporte al modelo operativo en general. Al querer digitalizarse, dicha filosofía tiende a permanecer y precisamente el error radica ahí.

Para una transformación exitosa se necesita al equipo y personal de TIC en un rol activo; si se requiere rediseñar la operación entera con perspectiva digital, que se haga. La tecnología tiene que ser la conexión entre personas, procesos y el mercado.

2. Poca participación a nivel ejecutivo

Una transformación digital va de arriba a abajo y viceversa: tanto los altos ejecutivos, como los empleados de todos los niveles, tienen que participar en su implementación. Un comportamiento desinteresado o meramente observador de directivos permea hasta los niveles más bajos de una empresa. La digitalización debe verse como un proceso clave para la innovación y competencia a corto, mediano y largo plazo. Se trabaja con el ejemplo: los directivos siendo la guía para los demás.

3. Falta de entrenamiento digital

Aunado a lo anterior, la brecha generacional tiende a ser la causa de las actitudes adversas a la tecnología entre dueños, directivos y empleados senior. Habrá quien lleva 10, 20, o muchos más años en una empresa o industria; están más que familiarizados con sistemas, software y procesos que han desempeñado por décadas, dejar atrás rutinas y herramientas resulta impensable. Los jóvenes, en cambio, con su crecimiento junto al internet pueden adoptar las nuevas tecnologías con mayor facilidad; comúnmente aprenden de los nuevos programas tecnológicos en la universidad.

En este proceso de digitalización hay que asegurarse que todos tengan la misma oportunidad de aprender y adaptarse. Hay que considerar los procesos de aprendizaje de los empleados con antigüedad para no desaprovechar su experiencia y conocimiento en esta nueva faceta de la industria. La transformación no es solo en maquinaria sino en las personas también. El entrenamiento es vital para aprovechar las habilidades de todos al máximo, nadie se puede quedar atrás.

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4. Falta de paciencia

La digitalización no sucede de la noche a la mañana, se necesita tiempo, dinero y mucho esfuerzo. Dependiendo la escala del proyecto, el precio puede ser tan alto que los directivos opten por vender activos o adquirir deuda para solventar el costo. En vez de querer aplicar todo tipo de tecnología sea blockchain, inteligencia artificial, IoT o nube híbrida al mismo tiempo, la prioridad debe estar en resolver las necesidades más latentes antes de cualquier otra cosa.

Se tiene que ajustar la ambición y tener un plan de implementación realista, detallado al tamaño y economía de una empresa. Con cada paso, surgen nuevas ideas, peticiones y preocupaciones. Para una transformación exitosa, hay que escuchar las voces de todos los involucrados y trabajar juntos en una meta en común con plazos bien definidos.

5. Priorizar habilidad sobre estrategia

Sea para una digitalización por medio de subcontratación o con nuevo personal interno, se necesitan aliados y no proveedores. Habrá quien llegue a ofrecer una larga lista de aplicaciones y tecnologías; es fácil dejarse llevar por ello, pero hay que contemplar el compromiso y el carácter de las personas.

Si la meta es tener solamente la mejor tecnología y los mejores programadores, existe el riesgo de barreras internas que generan vulnerabilidades en el mercado. Mientras que el propósito de la tecnología aplicada sí es generar más ingresos, la meta es la optimización dentro y fuera de la empresa.   

Un líder en tecnología aprende de datos, involucra a todos en la transformación digital, brinda seguimiento y adapta cambios con retroalimentación eficientemente. Como se mencionó en el primer punto de este artículo, el rol de la tecnología y quienes la trabajan ya no puede ser meramente de soporte. Las habilidades de comunicación, creatividad y liderazgo de las personas en TIC aseguran una transformación digital precisa, segura y que toma a todos los empleados y clientes en cuenta. No basta con la implementación de sistemas.

Así como las anteriores, existen muchas más consideraciones que se deben tomar en cuenta. El cambio es radical y es común que la misma cultura dentro de la empresa mantenga a los involucrados reacios. Es claro que la transformación digital va más allá de la aplicación de la tecnología: cambia la forma en la que la gente trabaja y la empresa se desarrolla. Mucho está en juego, ante las tecnologías inteligentes, se necesita una implementación segura, precisa e incluyente.

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