Como estudio de caso, las elecciones presidenciales que están a punto de llevarse a cabo en Estados Unidos este noviembre ejemplifican muy bien la necesidad mundial de votaciones, tanto a escala nacional como local, que se apoyen en software y hardware construyendo una amplia red que permita a cada ciudadano realizar su obligación cívica sin importar su locación geográfica. Esto es aún más importante a raíz de la pandemia, pero también hay que tomar en cuenta que los gobiernos muchas veces no cuentan con los recursos necesarios para instalar cientos o miles de estaciones de voto físico, cuidadas por personal electoral capacitado que tenga todos los recursos infraestructurales para que el proceso sea transparente y óptimo.
La innovación tecnológica permite reducir los costos necesarios para permitir que la mayor cantidad de ciudadanos vote, en especial aquellos que pueden ser más afectados por el virus o los traslados y necesitan una alternativa al voto físico.
¿El futuro está entonces en el voto electrónico? Las aparentes necesidades sociales que resuelve apuntan a que sí, pero como todo proceso importante hecho por internet o en redes digitales, necesita recorrer un gran camino de ciberseguridad para poder garantizar que es una herramienta blindada contra cualquier posible ataque externo a cargo de agentes malintencionados. Siendo que es el proceso central de cualquier democracia, la confianza que la población tenga en este proceso es crucial y el margen de error es mínimo. ¿Qué necesita un gobierno para garantizar que las elecciones sean seguras?
Ciberseguridad electoral post-pandemia.
Desde la elección del 2016 en Estados Unidos, la interferencia por parte de gobiernos externos que traten de perpetuar sus intereses políticos a través de las elecciones en otros países se ha vuelto un riesgo palpable reportado por agencias de seguridad de todo el mundo. Esto y las incursiones de cibercriminales con propósitos igual de siniestros, como el robo de información personal de los votantes, han asegurado que la importancia de la ciberseguridad saltara al protagonismo desde entonces.
Múltiples figuras públicas en EUA han expresado incredulidad ante los procesos electorales que no sean físicos, incluso desacreditando el voto por correo. Sin embargo, para todas las personas sin posibilidad de moverse a una de estas estaciones, las alternativas a distancia son la única manera de ejercer uno de sus derechos más importantes. Esto se vio agravado por la pandemia del COVID-19, pero ya desde antes eran cruciales para todos aquellos ciudadanos que no estuvieran viviendo en su país natal, por ejemplo, sin posibilidad de regresar para ejercer su derecho.
Más amenazada que nunca, más importante que nunca, proteger la votación digital debe ser la prioridad número uno de los funcionarios públicos. Soluciones efectivas como mudar el sistema a una nube cibersegura que permita un acceso universal sin incurrir en costosos servidores dedicados, es un excelente primer paso. Una solución de blindaje ciberseguro que cubra integralmente todos los aspectos vulnerables también es una necesidad. En lugar de contratar una a una las soluciones, los servicios generales son también inversiones inteligentes que permiten cuidar el proceso sin incurrir en gastos desorbitantes para el presupuesto, casi siempre provisto por impuestos recaudados.
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Sin embargo, los equipos electorales no deben en ningún momento creer que un software o un solo consultor de TI es suficiente para asegurar que el aspecto digital de una elección esté bien cuidado. Es necesario incluir un equipo de consultores variado que pueda aconsejar tanto en los requisitos legales que los sistemas deben cumplir para garantizar transparencia y funcionalidad, así como en la seguridad cibernética como tal. En el caso de una elección local, este grupo puede estar compuesto de un puñado de expertos, pero al pensar en elecciones nacionales es importante pensar en una red de empresas y consultoras que puedan cooperar entre sí y con organismos públicos para asegurar que el proceso sea óptimo, protegiendo la integridad de los derechos ciudadanos.
Esta responsabilidad no es solamente con la soberanía y democracia del país, sino también con todos los votantes que, al ejercer su obligación en los sistemas oficiales, ponen en manos del gobierno y las consultoras sus datos personales. Debemos, sobre todo, asegurarnos de que la población pueda tener confianza en que el proceso sea seguro y transparente.
Fuentes:
https://www.forbes.com.mx/ciberseguridad-y-democracia-como-respaldar-la-seguridad-electoral-con-el-apoyo-de-la-tecnologia/